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TECNOLOGÍA TEXTIL EN EL NOROESTE ARGENTINO

Florencia Cecilia Ganam Campos

Desde sus comienzos, el hombre construyó herramientas y objetos que facilitaron la vida cotidiana. Estos artefactos, desarrollados a partir de conjuntos de saberes y prácticas, se los conocen como tecnologías. A lo largo de la historia se encuentran diversas de ellas que responden al contexto y necesidades de cada sociedad, dentro de éstas podemos encontrar por ejemplo, la producción textil.

La textilería comprende todas las actividades destinadas a favorecer las condiciones de las especies animales y vegetales para su uso. Se inicia con el conocimiento, cuidado, manejo, cultivo y/o recolección de la especie proveedora de las fibras. Esto implica un proceso complejo donde se ponen en funcionamiento las prácticas, tradiciones, conocimientos y saberes culturales para la transformación de la materia prima. Desde su comienzo, la textilería/hilandería se la considera como un recurso tecnológico que, acompañado con otras tecnologías, configuró y articuló diversos aspectos sociales, materiales y simbólicos de la vida de las sociedades precolombinas.

A partir de los registros arqueológicos se tienen evidencias directas de dos grande grupos de fibras que se utilizaban para la producción textil: las vegetales y animales. Las primeras se relacionan con las sociedades cazadora- recolectora con una antigüedad aproximada de 10. 000 años antes del presente (A.P) para el Noroeste argentino (NOA). Estas primeras estructuras conllevan una acumulación de conocimientos acerca de la materia prima, su tratado y su elaboración. Se las conoce como cesterías (redes, sogas, bolsas, etc.) La evidencia de cordelería de fibra vegetal más temprana, se encuentra en la Puna, con artefactos pertenecientes a los grupos de los cazadores- recolectores como por ejemplo, ayudando a reforzar la punta de proyectil o para elementos de transportes y vestimenta. Los sitios con mayor antigüedad en la Puna Argentina, en la provincia de Jujuy, son Cueva Huachichocana III y IV e Inca Cueva, donde se hallaron nudos de fibra vegetal con una datación de 9600 años (A.P) y bolsas de fibra animal de 4.500 años (A.P).

Junto con la vida agropastoril, que se consolidó alrededor de la producción de alimentos vegetales y la cría de animales, se desarrollaron nuevas tecnologías y se ampliaron los conocimientos hacia los 2500 años A.P. La producción textil se diversificó con diversos métodos y tecnologías complejas. Así, mientras se consolidan y desarrollan las economías agropastoriles, se va intensificando e incorporando nuevas tecnologías y conocimientos con respecto a la producción textil. En este momento se observa un aumento en el registro arqueológico de restos de fibras animales y se las relaciona principalmente con la domesticación y el manejo de los camélidos, se asocia con nuevas evidencias más complejas como telas, mantas, indumentaria y bozales entre otros. Se implementan diversas técnicas de elaboración textil, no sólo la realización a través del manejo manual de la torsión, sino también, con nuevos instrumentos como por ejemplo: agujas, torteros o muyuna, ovilladores, y más adelante telares mediante la técnica faz de urdimbre en lana hilada.

Las evidencias de las primeras investigaciones arqueológicas en el NOA, que se encuentran en la colección Serrano, la que fue iniciada con el Profesor Antonio Serrano y luego continuada por los profesores Osvaldo Maidana y Eduardo Ashur hasta 1976, contiene gran cantidad de materiales arqueológicos que provienen de diferentes sitios. Dentro de estos materiales podemos encontrar instrumentos asociados con la tecnología textil, principalmente torteros provenientes de los sitios ubicados en la provincia de Salta: Osma, Molinos. Hornillos, Saladillo.

Las fibras animales se pueden agrupar en: silvestre (vicuña o guanaco) y domésticas (alpacas y llama). A los camélidos domésticos se los esquilaba de forma grupal. Con los camélidos silvestres, la lana se puede obtener a través del cuero (cazando al animal) o con un ritual que se remonta a la influencia incaica en el noroeste (530 años AP) que se llama Chankus, que aún sigue presente en la actualidad. Esta técnica, donde las personas caminan lentamente sosteniendo una soga y van llevando a los animales a un corral, permitía una obtención de las fibras sin necesidad de sacrificar a los camélidos silvestres.

El proceso de elaboración de los diversos textiles cuenta con varias etapas dentro de su producción y varía según las diferentes sociedades y cultura:

1) Selección y obtención de la materia prima. Entre la gran diversidad de las fibras vegetales y animales, las poblaciones seleccionan la materia prima que necesitan y que consideran más propicias.

2) Elaboración de los hilados: empieza con la obtención de la materia prima y luego con su primer tratamiento. Se realiza a través de dos técnicas: la torsión manual o con una vara que acompaña un contrapeso que funciona como soporte de lítico o cerámica, el tortero.

3) Tratamiento de hilados: abarca la tensión de los hilos para facilitar el tejido y también incluye el teñido de las fibras. Se comienza con la eliminación de la grasa. Si no se puede fijar el tinte, se lavan las fibras con cenizas y, luego se procede a la coloración a partir de aditivos para que el tinte aplicado se adhiera a la fibra.

4) El tejido: además del telar los artesanos utilizan distintos instrumentos (agujas) dependiendo el tipo de tejido y diseño que quieran realizar (mantas, vestimentas etc).

La conservación de los materiales orgánicos depende en gran medida del nivel y del clima. El primero corresponde al suelo o sedimento, sus efectos sobre las evidencias orgánicas son variados dependiendo del tipo del suelo que sea; por ejemplo, los suelos ácidos destruyen los materiales orgánicos en pocos años. El clima también tiene un papel importante para la preservación, el clima tropical es el más destructivo con relación a los restos orgánicos. En el Noroeste, la región puneña y los valles áridos poseen climas secos que permiten una mejor conservación con respecto a los materiales orgánicos; por el contrario, las sierras orientales y valles húmedos, donde se encuentran los sitios Osmas, Molinos, etc, poseen climas que limitan la conservación por mayor humedad, lluvias y cambios de temperatura. En efecto, las evidencias directas de la elaboración textil (vestimentas, telas, mantas, sogas, etc) en sitios arqueológicos son muy poco frecuentes por su carácter orgánico y no perduran a lo largo del tiempo. Por lo tanto, para poder saber y conocer las prácticas textiles precolombinas, son muy importantes las evidencias indirectas, que principalmente son los torteros, los cuales se encuentran en una gran cantidad y diversidad y al ser hechos de roca o cerámica (inorgánicos), tienen una mejor conservación.

Los textiles pueden servir como marcas identitarias y también como un indicador de diferenciación social. En su análisis se pueden observar los aspectos económicos como división del trabajo, especialización de artesano y los intercambios entre grupos.

Muchas prácticas relacionadas a los textiles en las sociedades del pasado tienen una continuidad en la actualidad. En ellas se evidencian diversos significados simbólicos, sociales y económicos que articulan la producción de textiles. Para muchas comunidades siguen teniendo una dinámica muy importante en todos los ámbitos de la vida por ejemplo, con relación a la gestación, el embarazo, la fertilidad, viajes, donde los textiles tienen un rol protector.

En conclusión, en el Noroeste argentino se dio un largo proceso complejo y dinámico de desarrollo de la producción textil, que llevó miles de años de constante acumulación del conocimiento y tecnologías que se encuentran dentro de las diferentes esferas de la vida cotidiana y ritual.

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Tortero. Procedencia Molinos (Salta)

Tortero. Procedencia Osma (Salta).

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Ilustración 24 Cuchillón de madera, utilizado en los telares para organizar los hilos del tejido.

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Ilustración 25 Telar y tejido. Cooperativa de tejedoras Cafayate (Salta)

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Ilustración 31 Telar y tejido. Marcos Condorí (Jasimaná y Cafayate).