1.- ARTEFACTOS LÍTICOS COMO ARTESANÍA

Federico Restifo – Javier Piraino

En principio, podemos definir una artesanía como una expresión cultural material caracterizada por el trabajo manual de una persona o grupo de personas (por ejemplo: familia, integrantes de un mismo grupo étnico, etc.). Por el hecho de ser una consecuencia de la acción manual, la artesanía está sujeta al error de replicación resultando en sutiles variaciones entre objetos, que conducen a diferencias particulares entre cada uno de ellos (por ejemplo, diez ejemplares de una misma clase de recipiente cerámico con pequeñas variaciones en su forma como  bordes, asas, etc.). Esto diferencia a la artesanía entendida como actividad y producto en sí misma, de la cadena de producción en serie, típica de la industria mediada por máquinas. A su vez, el hecho de ser manufacturada por una persona o grupo, dota a la artesanía de identidad, resultando en tradiciones diferentes según el/los la/las artesanos/as. Si este último hecho lo pensamos en perspectiva arqueológica, considerando un tiempo extenso, es posible diferenciar tradiciones en la producción de diferentes bienes materiales, o bien artesanías.

En este caso, nos ocuparemos de una forma de artesanía que no es de las más comunes actualmente, pero que sí fue, además de común, sumamente relevante en el pasado: los artefactos líticos (artefactos de piedra). Si uno bucea en el idioma latín y se sumerge en la profunda etimología de la palabra “artefacto”, no encontrará gran diferencia con la palabra artesanía según la definimos hoy en día, ya que “ars” o “artis” significa destreza, mientras que “factus” significa “hecho”. Es decir, se designa a objetos cuya fabricación requiere de alguna destreza. Y este es el caso de los artefactos líticos antiguos, como veremos.

Los artefactos líticos más antiguos registrados se remontan hacia unos 2,5 millones de años atrás. Ni siquiera estaba presente en el planeta nuestro linaje “homo”, y mucho menos nuestra especie, “homo sapiens”, la que es consecuencia de un largo camino evolutivo. Dicho sea de paso, entendemos que la evolución es un proceso en el que los seres vivos van cambiando a lo largo del tiempo, y en relación al ambiente ecológico en el que viven (desiertos, selvas, bosques, etc.), persistiendo aquellas características físicas o de conducta que favorecen su adaptación (por ejemplo, los órganos complejos que permiten la vista o bien la conducta social de cooperación entre grupos).

Dentro de esta larga senda en la historia evolutiva humana, la necesidad de obtener alimentos, de procesarlos para su consumo, entre otras, motivó el empleo de utensilios construidos a base de rocas, los cuales también han ido cambiando a lo largo del tiempo, a medida que se incrementó el conocimiento y la habilidad sobre cómo manufacturarlos, y su transmisión a través de generaciones.

Una de las clases de artefacto lítico más distintiva es el bifaz. Se trata de una pieza que presenta dos caras talladas y una relativa simetría en su forma, y cuya antigüedad se remonta hacia los quinientos mil años antes del presente, por lo menos. Si bien hay discusión en su modo de uso, es destacable la destreza necesaria para su manufactura. Podemos mencionar que, tanto esta clase de artefacto como otros registrados a lo largo del tiempo y del planeta, demandan requerimientos en común para su manufactura.

Destacamos la selección de rocas porque no cualquier roca resulta apta para la talla, y no cualquier roca es apta para tallar diferentes clases de artefactos. En este caso, se privilegian aquellas rocas cuyas posibilidades de fractura permiten darles forma con cierta libertad. En la historia de la humanidad tanto el sílice, algunas cuarcitas, como la obsidiana (se trata de un vidrio natural generado a partir de las erupciones volcánicas), han sido de las rocas más buscadas por los talladores y/o talladoras del pasado. Esto, naturalmente, supone un conocimiento sobre el lugar en el que se encuentran las rocas y su condición de fractura.

 Siguiendo un orden secuencial, una vez que se dispone de materia prima - roca en este caso - el tallador procede a su labor. Dado que las rocas se presentan en tamaños variables, en numerosos casos es necesario obtener de ellas un fragmento o lasca que servirá como forma base para el futuro utensilio. De una roca de gran tamaño pueden obtenerse numerosas formas base. Una vez obtenidas las mismas, la roca original, exhibiendo las huellas de extracción de las formas base, va a constituir lo que en arqueología denominamos núcleo. A partir de la forma base comienza la talla de la pieza, reduciendo la masa de roca mediante golpes que van provocando la extracción de pequeños fragmentos en la búsqueda de una forma determinada. A esta extracción de fragmentos se la denomina “lascados”. ¿Pero qué forma buscarían los artesanos y artesanas del pasado? Un artefacto fundamental fue la punta de proyectil. Éste formó parte de lanzas, dardos o flechas impulsadas por arco, por ejemplo. Estos artefactos de bordes convergentes fueron determinantes a la hora de conseguir alimento, mediante una actividad de suma relevancia: la caza. Dado que se trató de artefactos complejos, en los que fue necesario controlar medidas de longitud, ancho, espesor, y relaciones entre las mismas en función de su aerodinámica (su aptitud para desplazarse en el aire), las puntas de proyectil demandaron un amplio conocimiento y destreza de talla por parte de los artesanos y artesanas de tiempos antiguos. Y si sumamos la necesidad de incluir a las puntas de proyectil en un “astil” o vara, de madera por lo general, para completar el arma, su procesos de manufactura es aún más complejo. A su vez, esta clase de artefacto es sólo una de decenas de otras clases de instrumentos, los cuales fueron empleados para la faena de las presas de caza, el alisamiento de cueros, perforación, molienda de vegetales, etcétera.

Retomando el proceso de talla, destacamos que éste tuvo lugar a lo largo y ancho del planeta y en un tiempo extendido por milenios y decenas de milenios. Si tuviéramos que elegir un escenario particular del planeta para describir este proceso, podríamos inclinarnos por un espacio que nos resulta familiar como es la región del Noroeste Argentino. En un sector particular como es la puna, espacio que reúne a las tierras más altas de la Argentina ubicadas por encima de los 3500 msnm, se han recuperado testimonios materiales de antiguos talladores. Particularmente, hacia inicios de los años ’70, el investigador salteño Osvaldo Maidana, profesor de la Universidad Nacional de Salta, dirigió un viaje de trabajo arqueológico hacia la localidad catamarqueña de Paycuqui. Allí se encontró con ejemplares de puntas de proyectil que yacían sobre la superficie. Mediante una comparación con uno de los sitios arqueológicos más importantes para la época, como la gruta de Inti Huasi (provincia de San Luis), Maidana describió los objetos, los cuales por su forma se asemejan a una hoja de laurel, lo que en arqueología también denominamos “lanceolada ”.

El profesor Maidana, basándose en las investigaciones previas a su trabajo, estimó una cronología antigua para dichos objetos, remontándose hacia unos diez mil años atrás aproximadamente. A su vez, detectó otra clase de artefactos como los denominados “Saladillo”, los cuales suponen complejas técnicas de talla, cuyo origen se remonta hacia unos cinco mil años atrás. En sus descripciones también se refiere a los fragmentos de roca que son consecuencia del proceso de talla, así como a otros artefactos tallados. En este sentido, también fue relevante la colaboración del profesor Antonio Serrano, relevando y escribiendo sobre sitios arqueológicos de la puna, además de otras regiones del NOA. De este modo, tanto Maidana como Serrano contribuyeron a hacer visible la labor de antiguos artesanos y artesanas, sentando un precedente de investigación. Tales artesanos y artesanas iniciaron, o continuaron, una tradición, que si bien hoy no tiene vigencia, fue relevante para sostener el modo de vida de caza y recolección en la puna, el cual permitió la adaptación y supervivencia de sus más antiguos pobladores llegados a esas tierras hace unos diez mil años. La base de la persistencia de esa tradición en el tiempo antiguo fue la enseñanza y el aprendizaje de las formas de construir los artefactos. Otro de los pilares para la vida antigua en la puna fue la presencia de animales silvestres como guanacos y vicuñas, presas preferidas de los cazadores antiguos. A su vez, la supervivencia de los primeros pobladores fue la base para dar origen a la historia humana de la región, la que hoy, con diferentes matices, continúa.

Vista en perspectiva arqueológica, a lo largo del tiempo, la artesanía y su total dependencia sobre la mano de hombres y mujeres, no es sólo una forma particular de construir objetos, sino también una actividad que contribuyó a la evolución y adaptación humana en un rincón particular de la Argentina como es la puna.

artefactos liticos ilustracion 1

Ilustración 1 Puntas de proyectil. Procedencia Viñaco (Salta)

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Ilustración 2 Punta de proyectil. Puesto Viejo.

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Ilustración 3 Punta de proyectil. Procedencia desconocida.

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Ilustración 4 Rompecabezas lítico. Procedencia Las Lomitas.

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Ilustración 5 Camélidos andinos. Guanacos

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Ilustración 6 Camélidos andinos. Vicuñas